martes, 15 de mayo de 2012

Batas verdes multicolor

Acostado, reclinado en la camilla del quirófano. El doctor Comosellame me dijo que me relajase, que me iban a poner la anestesia. Cuando empecé a notar el efecto me embargo la alegría. Un pez que saltaba sobre las montañas se comía a un oso. La sangre que derramaba adoptaba las formas de cuadros de Manet. Impresionismo gore. De repente una chica me estaba besando y yo no sabía por qué ni me importaba el porqué. Una chica bonita me estaba besando y por algo sería. La chica desapareció y me vi sentado en un tejado de una casa a las afueras de LA, mirando el cielo, un cielo que aún no he visto pero veré. Yo sabía que todo era un sueño producto de la anestesia, que en realidad me estaban rajando órganos buscando el porqué de cercana muerte. Lo sabía pero estaba bastante a gusto. Estaría bien hasta que alguien me dijese que solo era un sueño. Lo sabía pero mientras que nadie me lo dijese yo estaría a gusto. Empecé a ver fiestas, muchas fiestas a cámara rápida y otra vez la misma chica besándome. Dicen que los sueños son aleatorios pero no me lo creo. Siempre tienen algo que te ronda la cabeza. Siempre he sabido que se puede interpretar un sueño, pero nunca he conseguido interpretar uno. Si mañana una enfermera me despierta y me dice que todo fueron sueños y que no han dado con una solución a mi problema no será nada peor a lo que ya era.

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