lunes, 14 de noviembre de 2011

A tomar por culo

Ese empresario estirado que todos conocemos, ese hombre de negocios me invitó una noche a todo lo que me apeteció. Al parecer me conocía por terceros, y decía que yo tenía fama de buen psicólogo. El caso es que entre prostitutas, putas, alcohol y unas pastillitas muy monas que relajaban mucho me iba contando sus problemas, que, según sus palabras, habían aumentado preocupantemente. Lo último parece ser que había sido encontrar a su mujer haciéndoselo con su perro, concretamente un chihuahua de pocos meses. Que le vería la feliz esposa a ese animal para iniciarse en la zoofilia. Enfermedades mentales aparte el estirado caballero iba perdiendo sus modales y su fachada a medida que avanzaba la conversación. Acabo narrándome como sus acciones iban a pique mientras el veía como su mujer se cepillaba a su chihuahua y que esto le destrozaba. Le dije que era normal, que su mujer era más perra que el chihuahua. Él no lo entendió. Tras una pequeña orgía en silencio el desfasado hombre de malos negocios intentó metermela por el culo. Le pegué una ostia y un guardaespaldas en el que no había reparado me dejo KO de un golpe. Me desperté solo en la habitación a la mañana siguiente. Había una nota de disculpa y me dolía el ano horrores.

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