miércoles, 21 de marzo de 2012

Ni un pelo de tonto

Arráncate un pelo, da igual la longitud. Déjalo sobre una superficie plana cercana. Acércale un mechero y contempla cómo huye despavorido, cómo se oculta tras los objetos que encuentra a su paso. Disfruta el espectáculo de como un simple pelo puede luchar por su vida hasta el momento que su raíz queda reseca. Mientras tenga energía el pelo no se deja quemar, se desliza en todas direcciones antes de morir. Como ya sabréis esto no es cierto. Un pelo desaparece chamuscado incluso antes de que le roce la llama. Parece que se teletransporte por miedo al fuego y al calor abrasador de un simple mechero. Un pelo sabe que no quiere sufrir, y conozco gente que se apaga cigarros en la piel. ¿Puede ser que hasta los seres inertes sean más lógicos que nosotros? Eso es lo que hace al ser humano ser humano, el ser absurdo. El azar es bonito, y es bonito pensar que si un pelo sabe lo que le conviene algún día yo también lo sabré. Mientras tanto huyo del fuego, pero sólo hasta que sea consumido por un mechero.

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