domingo, 22 de abril de 2012
Poesía impura
Sigo estancado sin saber qué quiero, sigo teniendo los mismos deseos y los mismos miedos que hace diez años. No me importa lo que me dicen, no me importa lo que veo. Siento como mi personalidad se afianza dentro de mí bloqueándome, me resta libertad. Oigo mis pensamientos como las voces de un extraño, algo ha cambiado y lo sé. Algo ha cambiado dentro de mi y nadie lo puede ver. Invisible, como un cáncer transparente que el cirujano nunca extirpará. Tiene más fuerza que yo y ya no me queda voluntad. Me dejo llevar, nada cambia. Ahora vuelvo ha hacer ejercicio porque vuelvo a soñar por las noches. Todo está cambiando en mí. No cambio yo, cambia mi funcionamiento. Siempre he sido igual, siempre he escuchado los Red Hot y he mirado por la ventana. Quiero fumarme otro cigarro, uno muy largo que me de tiempo para pensar. Pero pensar ya es lo de menos, piense lo que piense no permanece más de un día. Cuando despierto todo empieza de nuevo. Despertar, clase, comida, tiempo libre, tiempo de estudio, tiempo libre, dormir... Toda una vida en la que no he necesitado esforzarme en casi nada, todo salía solo, y de repente todo me cuesta mucho más. Sufro de algo que no tiene cura médica, y si no me curo pronto terminaré muerto. Todo esto suena mucho peor de lo que yo lo siento. Porque al fin y al cabo solo son voces de un extraño dentro de mi cabeza. Yo me siento bien, casi nada me importa, solo dejo que pase el tiempo por si algo cambia. Sigo pensando que el amor mata mi locura, pero no encuentro amor últimamente. Necesito un cigarro muy largo y una chica bonita que se lo fume conmigo.
miércoles, 11 de abril de 2012
Hola y adiós
Nací un 11 de marzo. Escapaba de la cuna para ver mi casa. Lanzaba peluches contra las paredes y comía tortitas con nata. Tenía siempre el mismo sueño, uno en el que todos eran dibujos animados y vivían en el París de la Alta Edad Media. Vi James y el melocotón gigante más veces de las que pueda contar y aún así no la recuerdo. Me ponía enfermo y me llevaban el televisor a mi habitación para que viese películas. Tenía un cubo junto a la cama para vomitar. Yo jugaba al fútbol con mi amigo, o sin él. Ya perdí a aquel amigo. Yo era del Madrid, luego fui del Barça, ahora odio el deporte de equipo. Comía puré de calabacín porque a mi familia le gusta. De camino al colegio mi padre me enseñaba a no torcer los pies, me decía que mirase los nidos de las golondrinas porque era curioso que verlas salir y entrar como aviones hacia una boda. Cuando mi padre llegaba tarde a recogerme siempre pensaba que le había pasado algo, que me había quedado solo. Cuando me cambié de ciudad lloré mucho, no quería cambios. Viví en una casa donde al llover se atascaban los desagües y la mierda estaba por todo el sótano. Siempre viví de alquiler para no preocuparnos de esos problemas. Me gustaba nadar, no pensaba en nada y me sentía bien. Empecé a fumar y ya no podía nadar igual. Me gusta el mar pero me aterrorizan sus profundidades. Morir ahogado puede ser bonito o agónico, según te lo tomes. Aprendí a hacer el pino y me gustaba estar del revés. Empecé a beber, empecé a pensar en todo lo que no había pensado y dejé de lado todo lo que me había preocupado. Tengo 18 años y ya estoy muerto.
miércoles, 4 de abril de 2012
Coge el bate
Cuando mi hijo nació mi mujer murió, fue una época muy triste para mí y más si tenemos en cuenta que nunca quise ese hijo. Me jodió la vida, pero me prometí que lo cuidaría por ella, que lo querría como la quise a ella. Desde que estuvo conmigo nunca le deje salir de casa. Le enseñé a ser siempre bien educado, a no tratar mal a la gente, le conté historias sobre las experiencias que los niños normales tenían en sus vidas. Le enseñé a entender que era mi proyecto, que no era normal. Entonces, cuando cumplió los quince le hablé sobre las peores certezas que proporciona la experiencia. Le dije que el mundo se mueve por dinero y que si quería mover algo necesitaría dinero. Le conté como el dinero viene de la fama, y la fama de la suerte y los contactos. Le propuse la falsedad y la frialdad como medios de actuación, y el asesinato como forma de solucionar molestas voces. Mi hijo se convirtió en un hombre fuerte y decidido, educado para triunfar contra toda moral y ética. Organicé algunos actos sociales en los jardines de mi propiedad para que comenzase a relacionarse. Las mujeres caían a sus pies y todos los hombres querían ser amigos suyos. Una mañana vi que mi proyecto estaba terminado y que solo quedaba su parte, entonces le abrí la puerta de casa y le di las llaves de mi Porsche. Hijo, ya te he enseñado como es el mundo, ahora sal y reviéntalo.
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