miércoles, 6 de junio de 2012

Limpia-cristales

El tren en el que vamos es muy bonito, es precioso, un tren de lujo. El paisaje a veces es horrible, páramos desolados y bosques quemados, pero también hay prados iluminados por la luz de la Luna, y eso hace que merezca la pena. El tren recorre un camino muy largo, cuando lleguemos al final del viaje no recordaremos casi nada del trayecto. Hay que intentar que el último paisaje que veas sea el más bonito de todos. Hay que tener buen ojo al elegir la línea correcta. Se permite cambiar de línea en determinados momentos, pero solo en determinados momentos. Coge el mapa y elige bien, y cruza los dedos para que se abran las puertas de tu vagón. El tren es precioso, pero su tecnología está un poco anticuada. Tienes que ser muy bueno si quieres evitar que la suerte te lleve a una zona en guerra. Las zonas en guerra siempre se cruzan lentas, por precaución, las zonas bonitas y apacibles se cruzan rápido porque no hay nada que temer. Falsa sensación de calma. Realmente casi siempre volveremos a otra zona en guerra o a una ciudad destruida por una bomba atómica. Por eso elige bien, sobre todo elige bien. Intenta llegar a tu destino pasando por las zonas más bonitas de nuestra geografía. Y vigila el clima, pues una tormenta repentina puede arruinar la imagen que contemplas por la ventanilla. Algunos pasajeros son ciegos y otros ven demasiado, tú solo mira bien por la ventanilla. Hasta los parajes exóticos tienen zarzas con pinchos y animales peligrosos, pero el conjunto resulta atractivo y placentero. Somos pasajeros de un tren al que algunas veces la falta la salida de emergencia.

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