martes, 23 de agosto de 2011

Archivo dañado

El amable e incompetente sudamericano que llamaba por las tardes a mi casa parecía no darse cuenta del odio que sientía hacia él. El llamaba y llamaba preguntado si queríamos la tarifa "chupe una y le metemos otra" o la tarifa "le rompemos esto a cambio de un euro menos en aquello". Llegó el punto que inventaba historias mientras hablaba con él, le decía que mi abuela acababa de morir y que no me apetecía hablar, le aburría con cuentos de guerra de mi tío... Le pregunté que si cobraba por el tiempo que me tuviese al teléfono, me dijo que sí y colgué. Nunca le dirigí una palabra amable, nunca le hable con buen tono. Hace dos meses que no llama y lo que más me jode es que me gustaría que llamase.

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