lunes, 15 de agosto de 2011
Ella
Era preciosa, elegante, alta, estilizada, con esos andares que parecen contarte su vida y en realidad solo te cuentan la tuya. Caminaba por el bulevar cuando ya no había nadie, no era la típica chica. A sus 19 años sabía más de lo que saben algunas montañas. Los labios rojos le brillaban al pasar bajo las farolas, su pelo negro reflejaba la oscuridad y sus ojos podían hacer que te perdieses para no regresar jamás. Su vestido blanco la dotaba de apariencia etérea. Y paseaba tranquila con la única compañia de la brisa marina, la luz de la luna, y sus pensamientos. Pensaba en lo que quería, en por qué cometía tantos errores, necesitaba que alguien le enseñara lo que de verdad deseaba, ella sola no consguiría averiguarlo. Todas las noches de domingo la podías ver paseando por el bulevar, pero ella no te vería a ti.
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