lunes, 16 de julio de 2012
La narrativa común es mierda
Avanzó por los páramos durante días buscando a su pobre perro. John buscaba a su pastor alemán, Ruper, que se había escapado durante la tormenta. Tras días buscándolo volvió a casa. Allí estaba Ruper, acurrucado en el porche. No podía creer que el perro hubiese sabido volver solo a casa. Que animales tan inteligentes, pensó. Iba siendo hora de ponerle a Ruper el collar con la dirección y el nombre, así como el chip de localización. Iba a salirle caro poner los papeles en regla pero no quería tener que buscar a su amado perro de nuevo. El día después de legalizar a Ruper el pobre perro fue arrollado por un camión. John se quedó bastante jodido, era una importante lección. Su madre siempre le dijo que no hay que intentar cambiar a alguien solo por pequeños detalles, debía ser aplicable a las mascotas también. Ahora John tiene una novia, con sus virtudes y defectos, pero no intenta cambiar nada en ella. John es un chico listo que toda la vida ha madurado con facilidad. Ya desde pequeño las bromas de los chicos de su edad le parecían ridículas. Siempre quiso una casa a las afueras y un pastor alemán, y había conseguido ambos. Ahora el perro estaba muerto y el se había mudado con su novia al centro. Nadie sabe que dirección toman los trenes mientras duermes.
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