lunes, 30 de julio de 2012
Qué placer
Llevo un tiempo en un estado demasiado apático, y se ha acentuado al vivir solo. No hay odio en mis palabras, no hay amor en mis palabras, no hay sentimientos en mis palabras... solo un vacío que intento llenar con emociones escritas y no sentidas. Pero se acabó. No había pensado en remediarlo siquiera, y ahora que lo pienso no me parece tan difícil. Mañana estaré de mejor humor, o al menos tendré un humor. Estos días he sido un mueble más, inactivo e inerte. Nunca más. Nunca más voy a dejar que la falta de emociones termine por aplastarme. No hay nada capaz de aplastarme, y cuando veo eso me siento mucho mejor. Soy un Sansón rapado que aún gobierna su reino. Mi reino interior, declarado en anarquía tras años de revueltas. Ese reino con un rey borracho y pasivo que contempla desde el trono como sus aldeanos prenden con antorchas su mansión. Pero todo ha sido por no fijarme en que sobra con levantarse y decir BASTA. Un golpe en la mesa con el puño cerrado y los ojos llorosos. Eso era todo lo que hacía falta. Tanto pensar en el amor, en el dinero, en el futuro... y mientras mis aldeanos aprovechando mi fracaso. Pero conservo la corona y la espada, y cuando ven quien es el rey se achantan. Tan sencillo como cerrar la puerta para no oír el ruido. Tan sencillo como que mis palabras cobren sentido. Tan sencillo como que mis dedos hagan palabras. Tan sencillo como pensar antes de sentir. El amor, el dinero y el futuro siempre me rondarán la cabeza, pero si ninguno va bien pues que le den por culo, ya cambiará. Hasta el Papa sabe que hay rachas buenas y rachas malas. Si las cosas van mal pues que vayan mal, dos semanas de amargura no destrozan una vida. Igual que dos soldados muertos no te hacen perder la guerra. Tengo un ejército de tiempo esperando a tus hombres. Y resisten de puta madre. Cuando todo está roto a tu alrededor lo más normal es que empiecen las reformas.
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