Menuda fiesta

¿Puede una vida no ser desperdiciada? ¿Puede alguna vida ser desperdiciada? A estas horas es el único pensamiento que aún me preocupa, pero a su vez engloba todos los demás. El hecho de verme como un ser vivo destinado a la reproducción me ha hecho llegar a la conclusión de que la lógica que poseemos nos sobra, y que una vida no desperdiciada es aquella en la que se hace para lo que se ha venido: tener hijos. Yo no quiero tener hijos, no me siento capaz de soportar la idea de que algo malo le suceda a quién se debe amar tanto. Descartando la vía de obediencia biológica me vuelve la duda. Pongamos que la lógica no nos sobra, que es por lo que debemos sentirnos felices de vivir. En ese caso una vida de amor y de estudio sería la vida menos desperdiciada, ya que aprovecharíamos la parte sentimental de la lógica y la parte curiosa. Ahora pongamos que no quiero internarme en el mundo del estudio porque me abruma todo lo que nunca sabría aunque dedicase la vida entera a ello. Solo me queda el amor.
Todo este procedimiento es la traducción que intento hacerme a mí mismo de los razonamientos por los que siempre llego a elegir el amor como meta en la vida. Pero el amor también se complica. Tenemos el amor emocional y el amor artístico. El amor por un amigo o familiar sería el emocional y el amor estético el artístico. En una chica esto se puede dar junto. La teoría llega a un punto importante: si doy por cierta mi afirmación me veo en la obligación de aceptarme como persona altamente superficial en el amor.
Mi idea final es que una chica bonita siempre sera mejor que esa chica bonita tras un accidente que la desfigurase, porque al hecho de mirarla le otorgo igual importancia que al hecho de hablar con ella.
Pero al final todo son hormonas que nos incitan a reproducirnos, así que creer en el amor viene a ser una patraña se mire por donde se mire y eso ni Dios ni la Iglesia ni los poetas lo van a solucionar nunca. Propongo hacer el amor en el acelerador de partículas del CERN, es lo más parecido que veo a aprovechar la vida.