miércoles, 15 de agosto de 2012

No te frustres

Vamos a empezar por el principio, que es por donde se empieza. Mich era un niño cuando su padre se marchó de casa. Su madre estaba medio loca y su padre pasó del tema y se marchó. Con diez años Mich fue atropellado por un coche al volver del colegio y su vida nunca fue la misma. Empezó a pensar en que su existencia debía tener un fin y eso fue un gran error. En el instituto Mich se mataba a estudiar para llegar a ser alguien importante. No tenía amigos y los pocos que tenía eran poco más que entes. Hablaba solo y su madre se preocupaba, pero el seguía hablando solo. Nunca leyó cuentos de hadas porque ni siquiera llegó a creer en los Reyes Magos. En su casa nunca había regalos ni cartas. En su casa solo tenía los libros de texto y la tristeza. Estudiaba y ayudaba a su madre, no hacía más. Su familia siempre dijo que era un chico ejemplar. No probó el alcohol hasta los diecinueve, ya en la universidad. Fumó por primera vez con veinte. Se graduó y consiguió un buen trabajo en una empresa de maquinaria industrial. Ahora Mich mira a su madre y solo ve un freno, ve la calle y solo ve lo desconocido, ve su agenda y solo ve el vacío. Sus únicos amigos son su ordenador y sus manos. En realidad para ser más feliz le hubiese sobrado con el mero hecho de salir de casa y hacer durante un momento lo que el quisiese.

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