lunes, 6 de agosto de 2012

Psicofonías en una cinta mil veces grabada

Das un paseo, sacas un arma, disparas a la gente, viene la policía y... los matas a todos. Porque sí. Porque cada uno sueña lo que primero le viene a la cabeza, no tiene que ser necesariamente lo que se desea. Pero bueno, matas a los polis y te vas a casa. Pero en tu casa hay unos ladrones y han matado a tu familia, así que coges el coche y conduces a toda pastilla por calles que nunca has visto pero que conoces perfectamente. Vas a casa de un viejo amigo de la infancia. La casa es parecida a como la recuerdas pero con algunas reformas que solo el sueño sabe hacer. Ese amigo y tu vais a un hospital en el que parece haber gente muerta y gente medio viva que se come a los muertos y a los vivos. Esa gente puede o no estar tras las puertas de cada pasillo, y como es un sueño las vas comprobando. Quieres correr pero entras en una habitación y aunque es un hospital parece una habitación muy hogareña, con chimenea y todo. Al fondo hay alguien desangrado y alguien que pierde sangre y que te mira fijamente. Quieres correr pero te quedas quieto y te despiertas justo antes de ser devorado. En el fondo te gustan esas pesadillas, son muy emocionantes, pero aun así te duermes con miedo de que vuelvan, y joder si vuelven. Vuelven con refuerzos, con más monstruos, y lobos, y arañas, y pasillos, y habitaciones que contienen todo lo que temes. Mientras tanto tu amigo sale por una ventana y le sigues. De repente estás en una ciudad conocida, pero con nuevos edificios y distribución. De repente estás pasando por una catarata junto a un lago de un vago recuerdo. Y así vas avanzando. Robas otro coche, encuentras a más amigos. Cuando te vas a dar cuenta vas a besar a una chica preciosa que te suena de algo pero justo antes del beso te despiertas. Y ese sueño nunca vuelve, solo vuelven los lobos.

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